Mientras el Imperio Romano expira su último aliento, hordas de bárbaros amenazan las fronteras del imperio, pero pocos dejaran una huella tan profunda en la historia como estos fieros guerreros. Llegan desde el norte dispuestos a aprovecharse de la debilidad del imperio. Son los francos, heraldos del comienzo de un nuevo orden mundial, unidos bajo el poderoso brazo de un soberano que creen que desciende de los dioses.
Los francos fueron una confederación de pueblos procedentes de Baja Renania y de los territorios situados inmediatamente al este (Westfalia) del Rin, que, al igual que muchas otras tribus germánicas occidentales, entró a formar parte del Imperio romano en su última etapa en calidad de foederati, asentándose en el Limes (Bélgica y norte de Francia). Las poderosas y duraderas dinastías establecidas por los francos reinaron en una zona que abarca la mayor parte de los actuales países de Francia, Bélgica y Holanda, así como la región de Franconia en Alemania.