En 2006, la Academia de los Nobel otorgaba el premio de la Paz a Muhammad Yunus, el llamado banquero de los pobres. 30 años antes, este economista bangladeshí fundaba el Grameen Bank, o banco de la aldea, desde donde concedía cientos de microcréditos a los más desfavorecidos de la tierra, con el beneplácito de los más acreditados organismos económicos y políticos del mundo. El Comité del Nobel reconoció los esfuerzos de Yunus por crear desarrollo económico y social desde abajo.
Se había creado el sistema de microcréditos en los países del tercer mundo. La gran esperanza de la microfinanciación era que este tipo de intervención tan concreta pudiera aplicarse masivamente a escala mundial y sacara a millones de familias de la pobreza. Para muchos funcionó durante algún tiempo, para otros, el respiro que produjo disponer de unos dólares para reorganizar sus vidas se convirtió en una asfixia personal, al no poder hacer frente a los elevados tipos de interés con que el banco de la aldea gravó sus microcréditos y a las presiones a las que se vieron sometidos por esta institución.
Y el sistema se extendió por los países más pobres del planeta. Actualmente, como se cuenta en “Microcréditos”, más de mil pequeños bancos y organizaciones están ofreciendo microcréditos. El propio Grameen Bank cuenta con ocho millones y medio de clientes que representan un enorme potencial para crear nuevos negocios.
Y ante dicha expansión empresarial, una investigación periodística ha cuestionado el sistema de microcréditos. Este documental ha provocado que su fundador y premio Nobel de la Paz, Muhhamad Yunus haya sido acusado de evasión de impuestos. Según los defensores de Yunus todo obedece a una campaña del gobierno de Bangladesh en su contra. “Microcréditos” insiste en que la microfinanciación no es sostenible y que se está jugando con el dinero que tanto cuesta ganar, a los más pobres de los pobres.