En los años setenta, la empresa Nissan marchaba viento en popa. Su modelo 240Z era el deportivo más vendido del mundo. El público acudía en masa a comprar sus vehículos. En 1975 era la marca de coches más importada de Estados Unidos y de todo el mundo. Pero en los años noventa las tornas habían cambiado. Sus modelos resultaban rancios y su estrella se había apagado. Nissan tenía que renovarse o morir.