En algún momento del siglo XII, durante el caótico reinado del rey Esteban de Blois, algo extraño sucedió en el pueblo de Woolpit, en Suffolk. Durante la época de la cosecha, mientras los segadores trabajaban en los campos, dos niños salieron de unos pozos que se usaban para cazar los lobos. Los niños, un hermano y una hermana, vestían ropas de extraños colores, pero lo que hacía realmente especiales era el color de su piel: verde.