Veremos qué ocurre cuando a una mujer perturbada se le va la cabeza. Conoceremos el caso de Sylvia Seegrist, una joven esquizofrénica que comenzó a disparar indiscriminadamente en un centro comercial de Philadelphia en 1985. Doce años más tarde, la depresión llevó a Christina Riggs a asfixiar a sus propios hijos. Y acabaremos con el caso de una enfermera de Florida que mataba a sus pacientes inyectándoles insulina.