El asunto de la pantaruja sigue dando que hablar en Alburquerque, donde continúa apareciendo casi diariamente por diferentes calles de la villa, sin dirigirse a nadie y sin intención de amedrentar a los alburquerqueños, aunque muchos tienen miedo del singular personaje. Algunos padres comentan que sus hijos no quieren dormir solos y son muchas las mujeres que no se atreven a pasear solas por la noche.
A los varones les cuesta mucho reconocer que sienten cuanto menos respeto y todo el mundo coincide en que su presencia en las penumbras de la noche alburquerqueña es inquietante. Pero la gente se está ya acostumbrado al espectro y hacen su vida normal.