En un mundo globalizado, las grandes industrias se pueden instalar en cualquier país y sus productos se venden en todo el mundo. Para desarrollar su actividad, los grandes empresarios tienden a escoger los lugares donde se paguen menos impuestos y la mano de obra resulte más barata. Como las grandes empresas pueden hacer que sus beneficios afloren en un paraíso fiscal, podrán contratar personal donde les salga más rentable. Esto provoca que los países tiendan a equipar el coste de la mano de obra a la baja.