En este episodio, el equipo de esta galardonada serie viaja a Florida para disecar la Tortuga más grande del océano, la tortuga laúd. Develarán el misterio evolutivo de cómo las tortugas desarrollaron caparazones para protegerse de depredadores de afilados dientes.
El cadáver que disecan es un macho de dos metros de largo que murió luego de que la hélice de una lancha le cercenara una de sus patas. Mark Evans, científico veterinario, y Joy Reidenberg, especialista en anatomía comparada, se unen al post mortem para explorar el interior de este antiguo marinero.
Cuando le abren la caparazón, el equipo descubre el extraño aparato digestivo capaz de procesar mortíferas medusas, un órgano de forma arriñonada al lado del cerebro y un órgano extraordinario que le permite al macho aparearse con la hembra debajo del agua.
A pesar de la protección que le brinda el caparazón, la tortuga tiene muy pocas probabilidades de supervivencia, se considera que sólo uno de diez mil huevos producirá una tortuga que llegará a la adultez.
El biólogo Simon Watt se une a la conservacionista Eve Haverfield en la playa para averiguar cuáles son los peligros que enfrentan las tortugas y para desenterrar las tortugas recién nacidas que no pudieron salir del nido. Allí, Simon se entera sobre la audaz operación de rescate que reubicó 70.000 huevos de tortuga que estaban en peligro debido al derrame de petróleo de la plataforma Deepwater Horizon en 2010.
Entretanto, Richard Dawkins, biólogo especializado en evolución, aborda un interesante enigma: ¿fue la tortuga terrestre la que se internó en el mar o fue al revés y la marina salió a tierra seca? Es una historia evolutiva llena de marchas y contramarchas.