El hombre adquiere poderes divinos: alimenta a miles de millones de personas, remodela el paisaje y rediseña el cuerpo humano. La mayor de las fuerzas se desata sobre Hiroshima el 6 de agosto de 1945. Desde que entramos en la era atómica, vivimos entre la eternidad y el olvido, pero, al mismo tiempo, nos hemos unido más como especie. Hace cien mil años había unos pocos miles de cazadores recolectores en la sabana africana; hoy hay siete mil millones de personas en todo el globo terráqueo. Ha sido un viaje asombroso.
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