De los cuatro elementos clásicos: tierra, agua, aire y fuego, el agua es el que actúa con mayor determinación en la vida diaria de los africanos. Su ausencia o su exceso, su necesidad como portador ancestral de la vida y la muerte, la sitúan en el origen de casi todos los conflictos y en el epicentro de la vida cotidiana. El agua, en África, como en ningún otro continente, es objeto de veneración, búsqueda y supervivencia.