El Imperio Otomano, aliado de Alemania, emplazó a todos los musulmanes a la Jihad -Guerra Santa- para derrocar el poder de los Aliados en Oriente Medio. Turquía buscaba un chivo expiatorio tras su derrota frente a Rusia en Sarakamish, lo que provocó la deportación masiva de armenios del Imperio Otomano. Alrededor de 800.000 armenios murieron.
En un principio los Aliados pensaron que Turquía -“el miembro enfermo de Europa”- sería fácil de derrotar. Pero los turcos mantuvieron a las tropas aliadas atrapadas por todo Oriente Medio durante 4 años. Al final ganaron triunfalmente en Galípoli con terribles pérdidas para ambos bandos. Y en Kut, al sur de Bagdad, forzaron a los ingleses a una humillante rendición.
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