Los africanos son uno de esos pueblos doctorados en las ceremonias de lo inútil, maestros en el arte de distraer al tiempo. El teatro de la vida en África sería falso sin la constante presencia del juego, juegos que no pretenden matar el tiempo, sino exactamente lo contrario, darle sentido. Nada está libre de la acción de lo invisible, de los antepasados y los espíritus que pueblan ese espacio, ni siquiera el juego. En África, jugar es algo muy serio.