En el segundo episodio, Mary Beard explora el mundo físico del Imperio Romano, y encuentra paralelismos sorprendentes con nuestro propio mundo. Siguiendo los pasos del emperador Adriano, descubre un vasto imperio unido por una cultura común y una economía globalizada de tal escala que sus efectos todavía se pueden ver hoy en día a miles de kilómetros de Roma. Mary nos muestra los hilos de una enorme red comercial y cultural en el vital suministro de aceite de oliva a Roma y sus ejércitos, el tráfico de esclavos y de las importantes minas de España. Desde la famosa red de carreteras romana a las rutas de navegación que conectan los puertos prósperos del imperio, Mary revela otra cara del Imperio Romano, una cara donde los constructores y los comerciantes eclipsan a los soldados y son los eslavos y no los Senadores los que le sacan el máximo partido a un nuevo imperio conectado.