El documental comienza en una hendidura en la tierra: una cantera de Villamayor, pueblo cercano de donde han salido todas las piedras de las fachadas de Salamanca. Su dureza después del secado y su maleabilidad cuando sale de la cantera, es la que hizo posible las filigranas en piedra con las que es conocido el arte Plateresco: la universidad, sus dos catedrales, sus iglesias y palacios, la casa de las Conchas, La Clerecía….
La ciudad clásica es compatible con una Salamanca emergente, en la que hay una nueva estación de ferrocarril, un flamante Palacio de Congresos y Exposiciones, y una vieja cárcel convertida en Museo de Arte Contemporáneo. Salamanca tiene además dos museos curiosos: uno dedicado al Modernismo y otro al automóvil.
Pero el documental subraya una rica vida cultural, cuyo principal vehículo son sus estudiantes: 30% de una población necesariamente rejuvenecida. Desde las terrazas de la calle de la Rúa, a sus cafés de la plaza Mayor, Salamanca es una ciudad que tiene marcha siete días a la semana.