El bestialismo está experimentando un extraño resurgimiento en Europa. Paradójicamente, la reaparición de esta práctica surgió en países como Alemania y Noruega, propiciada por activistas en pro de los derechos de los animales. De forma simultánea, en Dinamarca empezó a gestarse un mercado de turismo sexual con animales.
Dinamarca no es ni mucho menos el único país en el que puedes follar con un delfín, un caballo, un cerdo o un perro. De hecho, existen otros países y 15 estados de los EUA en los que la legislación tolera algunas prácticas sexuales con animales.
Sin embargo, el año pasado Alemania se convirtió en el centro de la atención mediática internacional al aprobar una legislación con la que se penaliza el sexo con animales, independientemente de si se causa perjuicio al animal durante la práctica. El doctor Edmund Haferbeck, jefe del Departamento Científico y Jurídico de la división alemana del PETA, grupo de defensa de los derechos de los animales, lo considera una victoria a medias. Según él, a pesar de haber logrado penalizar el bestialismo, se han debilitado otras leyes que protegen el bienestar de los animales. La Cámara Alta del Parlamento alemán, el Bundesrat, aprobó el proyecto en febrero de 2013, antes de que el gobierno de la canciller Angela Merkel promulgara la ley.