El petróleo, la energía fósil que mueve el sistema mundial de transporte, está bajo sospecha. Las amenazas son estratégicas y ambientales. Cada vez es más caro y más escaso, juega en el tablero de la geopolítica y, además, es uno de los mayores responsables del calentamiento global del planeta. El mundo desarrollado no quiere pararse y ha buscado una alternativa a corto plazo: los biocombustibles. Para unos, esperanzadoras cosechas de carburante verde y para otros, una nueva amenaza planetaria.