3 de enero de 2004. Segundos después de despegar del aeropuerto de Sharm el Sheik (Egipto), la tripulación de un avión de la compañia Flash Airlines lucha desesperadamente por mantenerse en el aire.
Los pasajeros, la mayoría turistas franceses de regreso a su hogar tras unas agradables vacaciones en Egipto, observan aterrados como el avión se ladea violentamente; algunos tienen tiempo de efectuar una llamada o dejar una nota antes de la inevitable colisión contra las cristalinas aguas del Mar Rojo. No hay supervivientes.