Durante la década de 1980, David Leventhal regentaba un pequeño negocio en el que alquilaba su robot para asistir a fiestas por todo Los Ángeles. El robot, Casanova, era un mujeriego descarado que llegó a convertirse en una verdadera celebridad en la ciudad. Hoy, sus circuitos se oxidan en Agua Dulce, una ciudad asilada al norte de Los Ángeles.
Viajamos con Max Landis al lugar de retiro de Casanova para conocer las historias de cuando se encargaba de entretener a famosos en las fiestas de Hollywood.