Para muchos, Detroit, con su centro abandonado, no es más que un enorme páramo. El altísimo desempleo y la violencia han acabado con el sueño americano justo en el lugar que lo vio nacer. Pero existen aun así motivos para la esperanza: lo vacío atrae a gente joven y creativa de todo el mundo. Nuevos artistas descubren fábricas abandonadas para mostrar sus trabajos; exploradores urbanos entran en los numerosos edificios deshabitados y lo documentan todo con sus cámaras. Por otro lado, movimientos como Urban Farming utilizan los enormes terrenos vacíos en el mismo centro de la ciudad para cultivar sus propias frutas y hortalizas orgánicas. Así, entre todos, están consiguiendo poco a poco cambiar el aspecto de la Ciudad del Motor.
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