El ídolo estadounidense del baloncesto Dennis Rodman es una persona excéntrica e impredecible, muy diferente al dictador de Corea del Norte, Kim Jong-un. Ambos coincidieron en 2014 en un evento deportivo del más alto nivel. En Pyongyang se jugó un partido de baloncesto entre el equipo de Corea del Norte y exestrellas de la NBA. El acontecimiento aspiraba a convertirse en una misión de paz.
El propósito de Dennis Rodman contaba con un antecedente. En los años 70 un equipo de tenis de mesa de Estados Unidos logró en Pekín dar comienzo al deshielo de las relaciones entre China y EE. UU. Sin embargo, en Pyongyang salió todo mal. Rodman, ingenuo en asuntos políticos y cada vez más víctima del alcoholismo, se volvió embarazoso para sus compañeros de equipo y aún más para los medios de comunicación estadounidenses. Y es que poco a poco fue quedando claro que el partido no era más que un regalo de cumpleaños para el dictador, muy aficionado al baloncesto, en el que Rodman llegó a cantarle “Cumpleaños feliz” al “amado” mariscal. El reportaje ilustra a lo que puede llevar ser ingenuo frente a una dictadura. Además muestra cómo funciona un país dominado por el miedo y cómo la forma en que es dirigido por el Kim Jong-un.