En esta oportunidad vamos a poder recorrer el pensamiento agudo, profundo y complejo de un hombre totalmente atravesado por las transformaciones de su época. Aquel que desplegó una obra laberíntica, que no simplemente ancló en las ciencias sociales, en la filosofía, en la historia de la ideas, sino que intentó establecer, una relación clave y desiciva entre ese mundo propio de las ciencias humanas con las ciencias de la vida.
Edgar Morin construyó una obra que comienza con “El paradigma perdido: La naturaleza del hombre” y termina con “Tierra Patria”, donde la indagación y su preocupación principal, es romper con los prejuicios y las separaciones, entre biología y cultura, entre ciencias de la naturaleza y ciencias sociales, demostrando que somos no solo cien por ciento seres naturales, sino que también somos cien por ciento seres culturales, de que no somos pura simplicidad y trasparencia, siendo imposible construir una mirada absolutamente objetiva de la vida de la naturaleza, y de la vida de lo humano, que el conocimiento es complejo y caótico, donde existe una relación permanente entre el orden y el desorden. Que si queremos preguntarle a la naturaleza por su funcionamiento, tenemos que ser capaces de eludir la tentación de la cientificidad, de la objetividad, y descubrir que en la pregunta por la vida, la sociedad, el hombre, la política o las mismas ideas, hay siempre subjetividad, conflicto de interpretaciones, diversidad de miradas. Todo aquello que convierte la escena de lo humano en complejidad.
Los lenguajes que viajan indagatoriamente hacia ese registro de la vida, tienen que ser capaces de introducir en su mirada del mundo, la complejidad, la diversidad, y tambien lo laberíntico y lo caótico.
Edgar Morin, en sus años juveniles participó activamente de la militancia política, siendo parte del proceso histórico donde también despues, muchos intelectuales, irían rompiendo con el modelo estalinista francés, e iniciarían su propio camino, su propio recorrido, su propia manera original de ver las cosas.
Morin, cruza política y ecología, cruza desigualdad, explotación, arbitrariedad social, violencia estatal, injusticia, con no solo la injusticia y explotación entre los seres humanos, sino también con la injusticia, explotacion y dolor que le inflingimos a la naturaleza misma. Edgar Morin quiere pensar la totalidad, no la totalidad cerrada y meramente holista, si no la totalidad como diversidad y complejidad. Siempre preguntandose lo que sucede cuando nuestra patria humana, la tierra, es desahuciada, es convertida en un mero objeto de uso y de abuso, de una especie de mercancia, solo utilizable desde la lógica de la rentabilidad capitalista.
Su profunda reflexion filosófico-política y su infatigable reflexión metódico-científica, es básicamente un poderoso abordaje que logra recuperar, por decirlo de alguna manera, una vieja tradición renacentista. Aquellas épocas donde la filosofía, la medicina, las primeras formas de la ciencia de la naturaleza, la poética, la magia, constituían saberes que confluian todos, como conociemitnos diversos, para tratar de capturar la esencia del cosmos.
Edgar Morin, es un renacentista entre nosotros, donde a través de la escucha de sus palabras-síntesis, aprendemos a transgredir las fronteras de las disciplinas, aprendemos a dejar que se irradien una sobre la otra, para poder pensar mas intensamente, mas profundamente y mas críticamente la trama de nuestro propio tiempo, de nuestra relación con nosotros mismos con la sociedad, y centralmente, y de una manera cada vez mas inquietante, preguntarnos: ¿Que estamos haciendo con la vida?