El cerebro humano nos parece maravilloso, pero no nos engañemos: es una chapuza que vive para engañarnos. Pensamos que es la herramienta para conocer el universo, pero la única función que la evolución ha impreso en nuestro cerebro es la de intentar sobrevivir a los peligros de la sabana.
Y como la evolución no sigue ningún diseño o plan divino -por mucho que le pese a algunos-, el cerebro dista mucho de ser perfecto. Si pudiéramos rediseñarlo desde cero para obtener el cerebro ideal, muchas de sus funciones serían distintas. Sólo nos queda aprender a convivir con un órgano que tiene más de chapuza que de perfecto. Es lo que nos explica el psicólogo de la Universidad de Nueva York, Gary Marcus, y autor del libro Kluge.