En 1300 a.C. la poderosa civilización de Egipto está en su edad dorada. Su faraón es Ramsés II, y su deseo era dejar su nombre inscrito en la Historia a través de grandiosas construcciones: gigantescas estatuas, colosales obeliscos y sobrecogedores templos excavados en la piedra. Treinta y tres siglos después los restos de su legado se mantienen en pie. Con la ayuda de recientes investigaciones y las imágenes desarrolladas por ordenador seremos testigos de la verdadera escala de la ambición de Ramsés.
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