Alemania, dueña ahora de toda Europa, incluyendo los Balcanes, se enfrenta a Rusia. Los primeros choques se saldan con devastadoras victorias de los alemanes, gracias a los Panzers, que se mueven a espantosa velocidad hacia el interior de Rusia. Pero la Alta Comandancia alemana sufre un fatal retraso y el avance es detenido a pocos kilómetros de Moscú, cuando el barro y más tarde el feroz frío ruso ganarán la partida.