El Patronato de Protección a la Mujer encerró en reformatorios a miles de jóvenes españolas. Su objetivo era “reeducar” a las chicas consideradas rebeldes y descarriadas. Las monjas aplicaron métodos carcelarios y castigos que hoy serían inconstitucionales. Podían retenerlas hasta los 25 años aunque no hubieran cometido ningún delito.