Es el ferrocarril más largo, más costoso y más complicado que jamás se haya construido. El Ferrocarril Transiberiano, ordenado por el zar en las postrimerías del siglo XIX para salvar su imperio y unificar el país, estuvo a punto de desmembrar a Rusia. El ferrocarril, que tenía entre sus fines un propósito defensivo, provocó una guerra, se construyó con gran esfuerzo sobre terrenos traicioneros, y tropezó con fracasos logísticos y económicos. Irónicamente, “enemigos del estado” construyeron el ferrocarril, hombres condenados a trabajos forzados en las prisiones siberianas.
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