Tras la derrota sufrida por los ejércitos aliados en Arnhem (Holanda), el espectacular avance efectuado tras la batalla de Normandía se detuvo, con lo que el frente europeo se estabilizó. Este hecho proporcionó al Eje un respiro que les permitió reorganizar y rearmar a sus castigadas fuerzas. Sin embargo, la ambición de Adolf Hitler iba más allá de las medidas meramente defensivas y de contención, que proponían sus generales, y en su mente se empezó a forjar la idea de recuperar la iniciativa y lanzar una potente contraofensiva que le diese más argumentos para poder sentarse a la mesa de negociaciones con los Aliados, lograr un armisticio y poder concentrar toda su fuerza en detener la imparable ofensiva soviética en el Frente del Este. La operación recibió el nombre de Guardia en el Rin, en alemán Wacht am Rhein.