Según el Instituto Nacional de Estadística, 45.000 españoles entre 16 y 34 años se han marchado desde 2010. Pero la cifra es, con seguridad, mucho mayor, porque solo se tiene en cuenta a quienes se registran en consulados y embajadas.
Desde 2008, se han ido más de 300.000 jóvenes. Jóvenes que han hecho lo que se les pedía: ir a la universidad, acumular experiencia, aprender idiomas, hacer un máster… en resumen: sobrecualificarse. Y cuando estaban preparados para trabajar, el mercado laboral les ha negado la oportunidad. La tasa de paro juvenil en España sobrepasa el 50%. La sociedad les ha fallado. Y en ellos recae ahora la responsabilidad de luchar contra el estigma de ser “la generación perdida”, cuando en realidad son la mejor preparada.
Punto de Mira analiza la situación de esta generación perdida española, qué sucederá con ellos, si podrán o no volver y qué supone para el país esta pérdida de las nuevas generaciones.
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