La corrupción, el vicio y un declive general de las normas morales de la Iglesia, fueron las razones que llevaron al monje alemán Martín Lutero a inspirar la Reforma protestante. La reacción de la Iglesia fue la Contrarreforma, con la que se produjo una división entre católicos y reformistas. Este deseo por una forma mejor de cristianismo provocó la mayor catástrofe que ha asolado Europa: la Guerra de los Treinta Años. Durante este periodo, Europa perdió a la mitad de su población. El último efecto de lo que se describió como Guerras de religión fue imprimir en cultura europea la existencia de una división entre la Iglesia y el Estado.