Durante casi dos décadas Napoleón cruzó el panorama mundial como un coloso, a la vez amado y despreciado, venerado y temido. Desde su nacimiento en la isla de Córcega hasta su exilio final en la isla de Santa Helena, Napoleón puso en posición de jaque a todos los países de la vieja Europa. Fue un personaje plagado de contradicciones, lo que llevó a la vez a su gloria y a su ruina; por ejemplo, sus jóvenes ideales de la Revolución Francesa no le impidieron autocoronarse emperador; su apasionado amor por Josefina no le impidió divorciarse de ella para casarse con la joven Archiduquesa de Austria. Y su don militar no lo salvó de una desastrosa invasión en Rusia. Su amor por Francia quedó relegado a sus ansias de gloria personal y llevó repetidamente a su país a la guerra. Cumbre de grandeza es el testimonio de la conquista de Napoleón de gran parte de Europa en una serie de triunfos brillantes, en los que se incluyen su legendaria victoria en la Batalla de Austerlitz. Para mantener su papel, debe continuar luchando. Pero con la invasión de España, ya ha llegado demasiado lejos.