Cuando Alejandra Díaz Lezama tenía 15 años no imaginaba que la persona que acababa de conocer, el por entonces desconocido Vladimir Melo, se convertiría en el pilar fundamental de una relación sentimental teñida de rosa. La “Chata” tampoco sospechaba que el protagonista de su propio cuento de hadas seguiría una carrera política que lo coronaría como uno de los 42 concejales de Bogotá por el Partido Cristiano de Transformación y Orden (PACTO). Lamentablemente, tampoco pudo presentir que con el transcurso del tiempo, el otrora príncipe azul se convertiría en el cerebro precursor de un cobarde asesinato a sangre fría: el suyo.