El documental completo en español “La Tierra de los Osos Gigantes” nos traslada al Noroeste del continente americano, una de las últimas fronteras naturales: Alaska, una región de más de un millón y medio de kilómetros cuadrados habitada por tan sólo seiscientas mil personas y donde las heladas tundras, los bosques de coníferas y las montañas dominan un paisaje que en algunos lugares jamás ha sido pisado por el hombre.
El inicio del deshielo anuncia el resurgir de la vida en Alaska. Con la vegetación vuelve la comida y el mayor de los carnívoros terrestres de Alaska, el oso grizzly, despierta de su sueño invernal. Algunos ejemplares de la isla de Kodiak, donde se encuentran los mayores de Alaska, pueden llegar a pesar casi 1.000 kilos y medir más de 3 metros. Descubriremos que es un animal solitario y, que a comienzos de la primavera, el hambre les vuelve todavía más peligrosos, incluso pueden llegar a matar y comer crías de su misma especie.
Pero un acontecimiento que se repite cada año hace que los osos se agrupen. Se trata de la llegada de los salmones, su única esperanza en esta tierra fría y hostil.
Cada año los miles de ejemplares que regresan a sus ríos de origen sirven de alimento para la fauna local y le aseguran las reservas necesarias para soportar las duras condiciones del invierno. Ellos son el maná venido del mar, las reservas de proteínas y grasas que todos, osos, focas y leones marinos, entre otros en Alaska, esperan
Cuando los salmones llegan por fin a su tierra de origen, su odisea no ha hecho más que empezar. Ahora deberán enfrentarse a gaviotas, águilas, nutrias, y, sobre todo, al gran predador de Alaska, el mayor de los carnívoros terrestres del mundo: el oso grizzly.
Los infatigables salmones retoman el camino hacia el hogar. Pero sus organismos deben sufrir grandes transformaciones, sus glándulas sexuales se han desarrollado y les impiden comer. Tendrán que vencer a los rápidos, saltar cascadas y escapar de sus predadores sin probar un solo bocado.
A mitad del verano la pesca se ha convertido para los osos en un juego y la mayoría de sus capturas no son devoradas. Junto a las orillas flotan cientos de ejemplares moribundos y los cadáveres de aquellos que no superaron la travesía.
Sólo los mejores llegan hasta el final. Además el número de salmones es tal que si todos alcanzaran su destino los ríos se verían saturados. Es necesario un control y esa función la cumplen los predadores.
Por fin, tras infinidad de penurias, los salmones llegan a sus respectivas zonas de desove. Tras elegir un lugar adecuado los salmones preparan su nido.