Nerón fue un tirano cruel y autoindulgente. No dudó en ponerse a tocar la lira mientras Roma se consumía en un incendio -al menos, eso cuentan todas las historias. Lo cierto es que su madre era muy autoritaria y estaba gravemente trastornada.
Las evaluaciones psiquiátricas realizadas indican que convertirse en emperador no estaba en los planes de Nerón, que perseguía convertirse en artista. Una vez dentro de su rutina tiránica, el asesinato y la tortura fueron sus señas de identidad ya que su perfil psiquiátrico lo conducía a utilizar métodos, tan criminales como histriónicos que habrían sonrojado a los villanos de las películas de James Bond.