Les impulsa la desesperación por conquistar una tierra a la que poder llamar suya. Cruzan continentes y mares. Asolan el Imperio Romano justo cuando éste empieza a derrumbarse. En el 406 d.C. encuentran la oportunidad y la tierra que estaban buscando justo en el corazón de Roma. En nombre de Dios, saquean, aterrorizan y devastan un imperio herido. Su propio nombre acabará significando destrucción. Son los Vándalos, y su fuerza incontenible pondría de rodillas al mundo civilizado.