En el centro, justo donde se encuentran las aguas del Mediterráneo occidental con las del oriental, se alza el archipiélago maltés, que ha trazado su vida y su historia al hilo de esta posición fronteriza. Puerto de entrada de todas las influencias de los grandes imperios, también ha sido la llave que abría o cerraba el paso por el Mare Nostrum.
Ansiada por su valor estratégico, Malta tuvo una existencia gloriosa durante el renacimiento y el barroco, cuando los Caballeros de la orden de San Juan de Jerusalén se instalaron en ella y la sembraron de palacios e iglesias.
Malta y las islas menores de Gozo y Comino se han convertido en un enclave turístico, equidistante de Italia y de la costa norteafricana. Ahora, como antaño, debe su personalidad a la mezcla de culturas encerradas por el intenso azul del Mare Nostrum.
La pequeña nación posee el misterio inherente al exotismo africano y la fascinación cultural común a la Europa Meridional. Y añade los 170 años de dominación británica, que han dejado en ella algo más que su pertenencia a la Commonwealth…