Tras la caída del Imperio Asirio, arameos y caldeos se hicieron con el control de Babilonia y dieron origen a la décima y última dinastía de Babilonia, la caldea. Entre sus reyes destaca Nabucodonosor II, gran constructor de, entre otras, las puertas de Ishtar, el zigurat Etemenanki o el templo de Marduk.
Pero el imperio neobabilónico no duraría mucho. Entre Nabónido que se tocaba los cojones y el Imperio Persa que no paraba de crecer, los caldeos no tenían la suerte de su lado. Ciro el grande entró en Babilonia y se hizo con el control de toda la región.