En una maniobra de brillantez estratégica, Moisés lidera a su pueblo fuera de Egipto y arrastra al ejército egipcio hasta la muerte. Mucha gente considera este Éxodo israelita como un acto de intervención divina. Ya sea inspirado por Dios o no, el Éxodo no fue sólo una migración de esclavos, sino una maniobra militar de un grupo de mercenarios endurecidos por el combate.
El faraón, enfurecido, envió a su ejército para capturar a los israelitas, después de que hubieran saqueado una ciudad egipcia. Sin embargo, la aguda mente militar de Moisés y su profundo conocimiento del terreno demostraron ser superiores al gigantesco y fuertemente armado ejército egipcio. Mientras los israelitas cruzaban peligrosamente las aguas por la noche, Moisés atrajo a los egipcios a lo que sería su tumba, el Mar Rojo.
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