Comandante de la Luftwaffe y presidente del Reichstag, Hermann Goering, supo desde el principio que el juicio sería su condena a muerte y no se preocupó por tratar de salvarse sino por lograr un lugar en la Historia para Hitler y para él mismo y rehabilitar el nazismo. Condenado a muerte se suicidó con cianuro la víspera de su ejecución.