Es sabido que los tratamientos y diagnósticos médicos que utilizan radiación están salvando la vida de muchos enfermos, pero también son muchos los expertos que hablan de sus peligros. “Radiaciones peligrosas” (2006), es un documental que advierte de los riesgos que entrañan los tratamientos y las pruebas médicas que utilizan radiación.
Un porcentaje importante de la población puede ser genéticamente sensible a la radiación; los científicos han descubierto recientemente los primeros genes identificados con esta sensibilidad. Y hay gente que se somete a pruebas diagnósticas radiactivas sin saber si tiene o no esa predisposición genética.
Según la opinión de algunos médicos, algunas mujeres que se someten a mamografías con mucha frecuencia son más propensas a padecer cáncer de mama a causa de la radiación. El doctor Samuel Epstein, investigador sobre las causas del cáncer y experto en su prevención, declara en el documental: “Sugiero que las mujeres dejen de someterse a mamografías rutinarias y que aprendan a examinarse los senos ellas mismas, algo que no les llevaría más de media hora aprender”.
En el programa se alerta de que, desde hace tiempo, se conoce que la exposición a altos niveles de cualquier tipo de radiación puede provocar cáncer, malformaciones genéticas, trastornos neurológicos, quemaduras graves, muerte prematura… En la actualidad los TACs aumentan considerablemente la cantidad de radiación que reciben los pacientes.
En los últimos años, la utilización de esta prueba diagnóstica se ha incrementado de forma espectacular. Pero la gente cuando se hace un TAC no sabe realmente la cantidad de radiación ionizante a la que se está exponiendo. Un solo TAC equivale aproximadamente en radiación a la cantidad que se genera con unas 400 radiografías simples de tórax.
“Radiaciones peligrosas” se centra en los casos de tres mujeres a las que, al parecer, la radiación recibida ha cambiado dramáticamente sus vidas: Kyla Duncan, de 20 años, con cáncer de tiroides probablemente producido por los rayos X; Paula Square, 56 años, con una grave enfermedad del corazón provocada por un extraño tratamiento con radiación al que fue sometida durante su infancia; y Jo-Ann Allard, una mujer que decidió por su cuenta y riesgo hacerse un TAC de cuerpo entero durante un chequeo médico y terminó llevándose una terrible sorpresa.