Philippe Zanetti comete un acto punible al ayudar: asiste a los refugiados que intentan cruzar los Alpes en pleno invierno.
Pero la legislación europea prohíbe que los particulares presten ayuda a los refugiados, por mucho que los benefactores arriesguen su vida por falta de preparación. Por muchas rutas de refugiados que se clausuren, por muy hermético que sea el cierre de las fronteras acordado por los gobiernos europeos: los refugiados siempre logran abrirse paso. Muchas personas de África u Oriente Medio intentan desesperadamente cruzar los puertos alpinos entre Italia y Francia incluso en pleno invierno. Por ejemplo por el pueblo de Névache, en el departamento de Altos Alpes. Los vecinos de este pueblo de montaña de 250 habitantes se decidieron a ayudar por mucho que las leyes lo prohibieran.
Philippe Zanetti de 52 años dice: “No puedo responsabilizarme de las decisiones que adopten los gobiernos, pero puedo hacer lo que esté en mi mano para mejorar la situación.” Según Zanetti, es responsabilidad de cada uno ayudar a los refugiados.
Todo empezó con dos jóvenes refugiados de Malí que intentaron cruzar en pleno invierno el paso de montaña de Col de l’Échelle de casi 1800 metros de altura. Uno de ellos perdió un pie y el otro sus manos por congelación. Desde entonces los habitantes de los pueblos en la frontera con Italia están buscando ininterrumpidamente a refugiados en peligro. Philippe Zanetti dice: “Tenemos la sensación que no se acabará nunca, hagamos lo que hagamos. Vienen todos los días. Están ahí. ¿Qué podemos hacer?”.
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Duración: 28:31