Solimán lideró personalmente la Armada otomana cuando conquistaba Belgrado, Rodas y la mayoría de Hungría, así como durante el sitio de Viena y los territorios anexionados del Norte de África, como Marruecos y la mayoría del Oriente Medio. Los otomanos tuvieron una breve preponderancia en el mar Mediterráneo, mar Rojo y el golfo Pérsico. El Imperio continuó expandiéndose casi un siglo después de su muerte, llegando a tener al final de su reinado cerca de 40 millones de súbditos.
Protegió y buscó el desarrollo de las ciencias y las artes, acogiendo a numerosos filósofos. El propio Solimán fue mencionado como uno de los más notables poetas musulmanes. En el mundo occidental es conocido con el apelativo el Magnífico y en el mundo islámico como el codificador o el legislador, debido tal vez a la profunda reforma que introdujo en el sistema legal otomano.